miércoles, 7 de julio de 2010

O PIANO, Marta Rodríguez Valverde 4º ESO: PRIMER PREMIO: Letras de Babel



O comezo dunha melodía..., notas danzando arredor do seu corpo; pequenos trasnos que tentaban fuxir das súas mans. Acariñaba as teclas do piano coa paixón do primeiro amor e coa exactitude propia dun mestre. Sentía a música ardendo polas súas veas, a euforia de poder formar parte dunha peza musical latexaba nas xemas dos seus dedos.

De vagar..., saboreando cada un dos movementos, evadíndose de todo; vivindo por uns intres únicamente para isto, para transmitir aquela canción sen dono que se esparexía pola estancia, aquela canción que comezaba a hipnotizala, arrincando con cada pulso a alma do seu corpo para plasmala sobre os compases.

A súa ardencia aumentou, o ritmo foise enfebrecendo, raiando na loucura; a atmósfera tornouse frenética. Non quedaba dos movementos pausados do comezo máis ca un lene recordo.

E seguía tocando, os seus finos dedos movéndose polo instrumento, até que deixaron de distinguirse, até que o piano tomou o control do seu corpo, absorbendo a súa vontade para continuar coa música, doce pantasma que lle ía arrebatando a vida. Aínda así non se resistiu; atopábase plenamente sometida. Continuou tocando un tempo indeterminado, horas, quizais toda a noite e tan só uns minutos, até que as últimas enerxías do seu corpo se evaporaron e a súa cabeza se despromou sobre as teclas, poñendo tráxica fin á sonata.

SUEÑOS LEJANOS, Lorena Alleres Otero, 4º ESO (2º premio, 2º ciclo ESO)


Todo comenzó con una simple mirada. Ella alzó la vista y lo encontró sonriendo. Posiblemente esa sonrisa fue la culpable de que llevara varios minutos observándolo. Algo extraño le ocurría a su estómago, pero prefirió no hacerle caso, sabía que las cosas se complicaban con los sentimientos, así que se fue.

Pasó el verano. Tres meses llenos de buenos y malos momentos, y pronto regresó el otoño. Era 21 de septiembre, primer día de colegio. Estaba muy emocionada, comenzaba una nueva etapa en su vida; tenía los miedos e inseguridades típicos de la edad.

Entró en clase y observó a sus compañeros. No parecían ser los mismos de siempre, algo había cambiado en sus caras, pero le gustaba. Lo último que se imaginaba era que justo en la fila de al lado se sentara él. Él, que tantos sueños había invadido ese último verano. No tardaron en hacerse amigos, parecían tener muchas cosas en común.

La noche de fin de año coincidía con luna llena, la más hermosa desde hacía mucho tiempo. Ella miró a lo alto y susurró al viento su deseo. Alguien debió escucharla porque su sueño se cumplió.

Una noche, los hilos del destino quisieron que él sellara su corazón con un beso; un beso que inundó su alma de un sentimiento que para ella jamás había tenido cabida.

Ese sueño se acabó y después sólo hubo lugar para la soledad y la tristeza. Los días parecían siglos y el teléfono ya no sonaba por las noches para pronunciar palabras bonitas; ya nadie le decía “buenas noches, princesa”.

Llegó el 8 de mayo. Comenzaba una de las mayores aventuras para ella. Se enfrentaba a un viaje que le regaló experiencias inolvidables, donde reforzó el cariño por su primer amor y donde descubrió nuevas amistades.

Pasaron meses de confusión. Las vidas de los enamorados se distanciaron. Era como si nadie tuviera las cosas demasiado claras, pero ella siempre lo supo. Él era y sería siempre quien la guiase en el largo camino hacia la felicidad.

20 de junio. Las clases acababan, felicidad por la llegada del verano, ganas de salir, divertirse, vivir..., pero ella se dio cuenta de que sólo quería una cosa, él, y de que sólo él era su forma de vivir.

Disfrutaron de momentos inolvidables y ella se sintió totalmente viva por primera vez, pero las cosas se complicaron y vinieron tiempos difíciles; esto provocó el final del cuento.

Ella sigue luchando porque cree que puede volver a revivir esos momentos, y es que, al fin y al cabo, siempre hay un mañana esperando para quien lucha por sus sueños.

PSICOLOGÍA, Carlota Lago González, 4º ESO (3º premio, 2º ciclo ESO)


Irene amaba a Raúl desde que lo vio el primer día en la universidad. Los dos estudiaban la misma carrera, psicología. Ella no lo perdía de vista, deseaba que llegase cada mañana para, quizás, recibir una mirada por su parte. Él parecía ignorarla, pero lo que hacía era seguir el consejo de sus amigos de no hacerle caso para que ella sintiera más interés. Hizo lo mismo durante un mes y medio y parecía funcionar, pues Irene estaba cada vez más enamorada.

Se acercaba el día del cumpleaños de Irene. Ella invitó a Raúl a su casa, pero él le dijo que no tenía tiempo. En realidad, le estaba organizando una fiesta sorpresa a la que invitaría a todos sus amigos. Pensó que sería la ocasión perfecta para decirle que la quería. Todos llevaron bebidas y comida y con todas esas cosas se presentaron en casa de Irene. Tras llamar muchas veces a la puerta sin respuesta alguna, decidieron marcharse a festejarlo por ahí; todos menos Raúl quien, tras forzar la puerta, creyó que le daría una sorpresa, esperándola dentro.

Entró e inspeccionó la casa, pero cuando llegó a la habitación se quedó sin respiración. Irene estaba tirada en su cama, muerta. Sobre su mesilla había un bote de pastillas vacío y junto a él una nota que decía: “Raúl, amarte sin ser correspondida me ha llevado a la muerte”.

Irene estudiaba para ayudar a los demás, pero no pudo ayudarse a sí misma.

PESCADOR DE SIRENAS, Paula Fernández González, 4º ESO (ACCÉSIT, 2º ciclo ESO)

Por sus venas corría hierbabuena; por sus pulmones, la perdición; por su hígado, el agua bautismal de cada fiesta y por su corazón, la trayectoria de un perdedor. Semejaba caminar por el mundo a corazón cerrado, sin importarle como iría el mundo más allá de su propio reflejo en el espejo. En su agenda figuraba siempre la palafra fiesta. Se consideraba pescador de sirenas, de esos que sólo se ven en telenovelas, hasta que un día se invirtieron los papeles y el pescador fue pescado por la sirena con aspecto de muñeca.

Sí, era ella, la muñeca de trapo con ojos de botón y pelo de lana. La muñeca que recibía en su corazón pinchazos de alfileres guiados por las manos viles y crueles de repugnantes seres que perdían los papeles. Pensaban que ella no tenía sentimientos, pues se reían de sus defectos.

Este ingrato y vago pescador, a diario, la contemplaba con fervor nada más verla desde el rellano. No era bella, pero tenía algo que hacía que se parase a verla. Tan risueña, tan cohibida...; ¡cómo sufría!

Nuestro amigo aguardaba con ilusión el momento de su declaración. Simplemente, esperaría a tener ciclomotor para poder verla desde su retrovisor y lograr que ella se acercara atónita sin temor.

El alma de ella lloraba aguardando no ser desconsolada mientras él ahorraba trapicheando con la familia Herrera, contrabandistas de primera.

Y cuando al fin logró comprar su ciclomotor, la sirena con aspecto de muñeca ya había abierto sus alas de hada y había empezado a volar como si nada, llegando incluso a encontrar a su príncipe azul de la noche a la mañana. Su príncipe le había abierto los ojos y le había enseñado el mundo que conocemos todos nosotros.

Mientras, el pescador, se rompía el corazón anhelando no haber sido tan jaranero, vividor, vago, trapichero y perdedor.

LA LUZ, Blanca Pérez 1º ESO ( 1º premio, 1º ciclo ESO)


Once de la noche. En el número trece de la calle Uruguay se abre la puerta.

-¡Adiós Susan!
-Adiós mamá, que lo paséis bien.
-Ya sabes Su, pórtate bien y…
-Si mamá, a las once y media en la cama.
-¿Te dije que iba a venir Fran?
-No fastidies, yo no quiero a ese aquí, pasa de todo y sólo sabe ver la tele.
-¡Hija! no hables así de tu primo.
-Pero si es la verdad…Bueno será mejor que os vayáis, que vais a llegar tarde ¡Adiós!
-¡Adiós!

Once y cuarto. Susan acurrucada en el sillón ve una película de miedo cuando, de repente, llaman a la puerta.

-¿Quién es?
-Soy yo, Fran.
-Ah vale, pasa.
Susan abre la puerta y una sombra pasa rápidamente delante de ella dirigiéndose al salón.
-¿Y quién es ese?
-Ah, es William. Lo siento- contestó al ver la cara que ponía Susan-tuve que traerlo.
-Ya, bueno, adelante.

Susan pasa de irse a la cama, tiene que controlar con mil ojos a William. El niño no para de cotillear por toda la casa. De repente, mientras el reloj de la iglesia da la campanada que anuncia que acaban de dar las once y media, en el salón surge una luz que, después de deslumbrar a los tres niños, les engulle.
Susan, William y Fran un poco apampanados ven el lugar al que han llegado. Se encuentran en lo alto de una montaña que medirá unos 15 Km.

- ¡Huy! ¡Otra vez! Esto es insoportable, cada década viene alguien.

Los niños, un poco asombrados, ven aparecer detrás de un árbol a un pequeño geniecillo con cara de malas pulgas.

-¿Tú eres el del truco de la luz?-dice William-vaya, tienes que enseñármelo.
-Oye, basta de cháchara, yo quiero irme a casa, que me estoy perdiendo el partido de fútbol.
-Ja, muchos han querido pero pocos lo han conseguido. Para conseguirlo tendréis que acertar cuatro adivinanzas.
-Bueno empieza que ya me estoy perdiendo el partido.
-Eh, eh, eh, no tan rápido. Cada adivinanza está ambientada en un sitio, y necesitareis medios de transporte, así que decidme un animal, el que queráis, pero que vuele.

William no se lo pensó dos veces.

-¡Un dragón!, ¡yo quiero un gran dragón rojo!
- Yo un caballo alado-dijo Susan.
-Pues yo un halcón gigante.
-Muy bien, ahí están.

A continuación, cada uno se montó en su transporte y, guiados por el genio se dirigieron hacia un bosque. Al entrar en él, se quedaron literalmente con la boca abierta, todo el bosque estaba lleno de flores bellísimas, de una belleza tal, que ningún ser humano podría describirlas.

-Ahí tenéis muchachos, la mayor belleza que la vista pueda tener. Y ahí va la adivinanza:

Una casa,
con dos ventanas,
que se abren y se cierran,
sin tocarlas.

Esta adivinanza fue Fran quien la acertó. Tras meditar un poco y ver los ojos de su prima abrir y cerrarse se dio cuenta y dijo:

-¡Los ojos! ¡Son los ojos!
-¡Muy bien! La siguiente adivinanza tiene que ser en pleno vuelo y ahí va:

¿Qué cosa cosita es
que te da en la cara
y no lo ves?

-Eh, esa es muy fácil, así no vale-protestó William-esa adivinanza me la decía mi padre cuando me tiraba con él en trineo y el viento nos azotaba la cara.
-Muy bien, es el viento. Venga, vamos a por la siguiente.

Los tres niños y el genio aterrizaron en un prado donde ya era de noche. Allí el genio les dijo la adivinanza.

Sé de una sábana
que no se puede encargar
tiene mil manchitas
que no se pueden contar.

Pasaron cinco minutos y por más que pensaban no encontraban la solución. Pero entonces Susan se acordó de los días que iba con sus padres de acampada y que, por la noche, se tumbaban en el campo a ver las estrellas.

-¡Ya lo sé-dijo entonces!-La gran sábana es el cielo y las manchitas son las estrellas.
-Muy bien Susan. Bueno, sólo os queda una adivinanza, pero vamos al portal de luz, así si la acertáis, podréis iros a casa.

Al llegar al portal de luz el genio les dijo:

-Y, ahí va la última adivinanza.

Tengo hojas sin ser árbol
te hablo y no tengo voz
si me abren no me quejo
adivina tú quien soy.

-¡El libro!-gritaron los tres niños a la vez.
-Bien, habéis acertado las cuatro adivinanzas, podéis volver a casa. ¡Adiós!
-¡Adiós!

Momentos después Susan se despierta por los gritos de su madre.

-Pero Su, ¿Aún no estás en la cama?

¿Habría sido todo un sueño? Pero Susan tenía una de aquellas maravillosas flores y Fran y William dos pequeños luceros…

O AVIÓN QUE NON PODÍA VOAR, Raúl Acuña Fariñas 2º ESO (2º premio, 1º ciclo ESO)

Isto é a historia dun avión que non podía voar, non podía voar porque era moi pequeno. A súa nai morrera afogada no Atlántico, e o seu pai estrelouse en Baraxas no 2009.

O avión pequeniño corría e corría pero non despegaba. Un paxaro que pasaba por alí víuno:

-Ti que fas?-dixo o paxaro.

-Eu?

-Si ti.

- Pois... Importache?, porque se non che importa, non cho digo.

-Sí, impórtame moito, algún problema?

-Non, pero...

-Pero, qué?- interrumpiuno o paxaro.

-É que...

-É que, qué?

-NON SEI VOAR!!!- gritou o avión.

-Pero se ti es un avión, cómo non podes voar?

-Meus país morreron, e non me ensinaron a voar, BUAAA!

-Pois a ver que te ensino eu, non chores.

-BEEEEEN!!!

Os dous se foron a outro aeroporto máis tranquilo. Alí practicaron e practicaron [...].Ao longo do tempo os dous se fixeron moi amigos, ata que o paxaro se fartou e dixo:

-Xa non aguanto máis.

-Pero, qué che pasa?

-Desde que chegamos non despegaches nin unha soa vez.

-Non sei, é que non podo despegar.

-Xa sei o que pasa, estás tan decidido a non despegar e a túa cabeza pensa que non podes e ti non podes.

-Xa está. Pensarei que podo e ,o mellor, despego.

Os dous amigos ao final, despois de dous anos e medio, déronse conta de que o paxaro estáballe ensinando a voar movendo as ás. É despois doutros dous anos e medio, déronse conta de que tiña reactores que funcionaban a gasolina que a tíña esgotada, e o problema é que non a atoparon ata dous anos despois. Cando a puxeron, o avión voou perfectamente facendo piruetas no aire.

E colorín, colorado, este conto acabou.

EL BAÚL MISTERIOSO, Carla Costas Solla, 1º ESO (3º premio; 1º ciclo ESO)


Un día Joseph fue a casa de la abuela de sus amigos, Mike y Nicholas, a jugar a la consola. Sus amigos ya le esperaban en la habitación y se pasaron media tarde jugando. Cansados de tanta partida, decidieron ir al desván de su abuela a ver si había algo interesante con lo que ellos pudieran jugar, pero antes claramente tenían que pedirle permiso a su abuela porque de lo contrario, iban a acabar muy mal. Empezaron a buscar y , un poco más tarde encontraron un baúl. Al principio, Nicholas pensó que podría haber juegos de mesa de su abuela pero Joseph pensaba que era imposible porque, antiguamente, los baúles eran de madera y el que habían encontrado no era de madera sino de metal. Después de que Joseph lo estuviese examinando un poco Mike dijo, eufórico:

- ¿ A qué estáis esperando? ¡Abrámoslo!

Empezaron a buscar algo con que abrir la extraña cerradura y como Mike era un poco raro trajo: un tenedor, un cuchillo y una navaja. Iba a traer un hacha pero como ya no le cabía en las manos decidió dejarla atrás. Lo intentaron con la navaja y finalmente consiguieron abrirlo. Se sorprendieron mucho con lo que encontraron: una pistola láser, un tele-transportador y una pulsera que te hacía invisible. Joseph y Nicholas empezaron a darle vueltas a la cabeza mientras Mike hacía el tonto con las cosas. Lo que habían encontrado, no existía ni había existido anteriormente y si no era del pasado ni del presente, no quedaba otra… era del FUTURO. Todo apuntaba hacia esto: el material del baúl, la extraña cerradura, aquellos extraños objetos y unos grabados en el lateral que ponían: YEAR 3000. Hasta Mike sabía que significaba años tres mil y que para llegar a ese años aún faltaba mucho.
Los tres cogieron una lupas para examinar cada objeto. En la pistola, el tele transportador y la pulsera también había algo escrito:

6 MINUTES
I AM WHAT I AM
PLEASE BE MINE

Aquello era cada vez más extraño, tenían que preguntarle a la abuela. ¿De qué iba todo esto?
En el salón, la abuela veía la tele. Le preguntaron sobre el extraño baúl del desván. Ella se rió un buen rato y contestó que de extraño, el baúl no tenía absolutamente nada.
Se lo habían regalado cuando era pequeña y aquellos objetos no eran de verdad, sino que eran de juguete. Los grabados eran, nada más y nada menos que unas canciones de un disco con el que unos artistas arrasaron las listas de ventas del año 2006. Fin de la historia.
Los chicos se quedaron perplejos y sintieron que habían aprendido una lección: no curiosear sin preguntar. Mike, aprendió otra más: pensar las cosas antes de hacerlas.
¡Menos mal que la abuela tiene un gran sentido del humor!