Érase una vez un hada que todas las noches antes de acostarse y, claro, antes de repartir felices sueños, recitaba lo siguiente:
Si oigo a un niño sollozar,
yo me acerco
y empiezo a cantar.
Todos los sueños
malos de la noche
los pincho
con mi broche.
Todas las noches
me acerco al niño
y al sueño,
le meto amor y cariño.
Si está triste y solito,
en el sueño
aparece un amiguito.
Y así llegaron más amiguitos,
jugaron al escondite
y empezaron a quedar los más chiquitos.
yo me acerco
y empiezo a cantar.
Todos los sueños
malos de la noche
los pincho
con mi broche.
Todas las noches
me acerco al niño
y al sueño,
le meto amor y cariño.
Si está triste y solito,
en el sueño
aparece un amiguito.
Y así llegaron más amiguitos,
jugaron al escondite
y empezaron a quedar los más chiquitos.